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miércoles, 15 de junio de 2011

Post-scritum sobre las sociedades de control

Post-scriptum sobre las sociedades de control

Historia
Foucault sitúo las sociedades disciplinarias en los siglos XVIII y XIX; estas sociedades alcanzan su apogeo a principios del siglo XX. Operan mediante la organización de grandes centros de encierro. El individuo pasa de un circulo cerrado a otro, cada uno con sus leyes: primero la familia, después la escuela, después el cuartel, después la fábrica, cada cierto tiempo el hospital y a veces la cárcel, el centro de encierro por excelencia.
Las sociedades disciplinarias son nuestro pasado inmediato, lo que estamos dejando de ser.
Todos los centros de encierro atraviesan una crisis generalizada: cárcel, hospital, fábrica, escuela, familia. La familia es un “interior” en crisis, como lo son los demás interiores (el escolar, el profesional, etc.). Los ministros competentes anuncian constantemente las supuestamente necesarias reformas. Reformar la escuela, la industria, el hospital, el ejército, la cárcel; pero todas saben que, a un plazo más o menos largo, estas instituciones están acabadas. Solamente se pretende gestionar su agonía y mantener a la gente ocupada mientras se instalan esas nuevas fuerzas que ya están llamando a nuestras puertas. Se trata de las sociedades de control, que están sustituyendo a las disciplinarias. “Control” es el nombre propuesto por Burroghs para designar al nuevo monstruo que Foucault reconoció como nuestro futuro inmediato. Así, por ejemplo, en la crisis del hospital como medio de encierro, es posible que la sectorialización, los hospitales de día o la asistencia domiciliaria hayan supuesto en un principio nuevas libertades; participan igualmente de mecanismos de control que no tienen nada que envidiar a los más terribles encierros. No hay lugar para el temor ni para la esperanza, sólo cabe buscar nuevas armas.

Lógica
Los diferentes internados o centros de encierro por los que va pasando el individuo son variables e independientes: se sobreentiende en cada ocasión un comienzo desde cero y, aunque existe un lenguaje común a todos los centros de encierro, es un lenguaje analógico. Los encierros son moldes o moldeados diferentes, mientras que los controles constituyen una modulación; en una sociedad de control la fábrica es sustituida por la empresa, y la empresa es un alma, es etérea.
En las sociedades disciplinarias siempre había que volver a empezar, mientras que en las sociedades de control, nunca se termina nada: la empresa, la formación o el servicio son los estados metaestables y coexistentes de una misma modulación. Kafka describió en El Proceso sus formas jurídicas mas temibles: la absolución aparente (entre 2 encierros), típicas de las sociedades disciplinarias, y el aplazamiento ilimitado (en continua variación) de las sociedades de control.
Las sociedades disciplinarias presentan dos polos: la marca que identifica al individuo y el número o la matricula que indica su posición en la masa. Para las disciplinas, nunca hubo incompatibilidad entre ambos, el poder es al mismo tiempo masificador e individuante, es decir, forma un cuerpo con aquellos sobre quienes se ejerce al mismo tiempo que moldea la individualidad de cada uno de los miembros. El lenguaje numérico de control se compone de cifras que marcan o prohíben el acceso a la información.
Es sencillo buscar correspondencias entre tipos de sociedades y tipos de máquinas, no porque las máquinas sean determinantes, sino porque expresan las formaciones sociales que las han originado y que las utilizan. Las antiguas sociedades de soberanía operaban con máquinas simples, palancas, poleas, relojes; las sociedades disciplinarias posteriores se equiparon con máquinas energéticas, con el riesgo pasivo de la entropía y el riesgo activo del sabotaje; las sociedades de control actúan mediante máquinas de un tercer tipo, máquinas informáticas y ordenadores cuyo riesgo pasivo son las interferencias y cuyo riesgo activo son la piratería y la inoculación de virus. No es solamente una evolución tecnológica, es una profunda mutación del capitalismo.
La familia, la escuela, el ejército, la fábrica ya no son medios analógicos distintos que convergen en un mismo propietario, ya sea el Estado o la iniciativa privada, sino que se han convertido en figuras cifradas, deformables y transformables, de una misma empresa que ya sólo tiene gestores. Un mercado se conquista cuando se adquiere su control, no mediante la formación de una disciplina; se conquista cuando se pueden fijar los precios, no cuando se abaratan los costos de producción; se conquista mediante la transformación de los productos, no mediante la especialización de la producción. El control se ejerce a corto plazo y mediante la rotación rápida, aunque también de forma continua e ilimitada, mientras que la disciplina tenia una larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no esta encerrado sino endeudado.

Programa
El estudio socio-técnico de los mecanismos de control que ahora están en sus comienzos debería ser un estudio categorial capaz de describir eso que ahora se esta instalando en el lugar de los centros de encierro disciplinario, cuya crisis esta en boca de todos. En el régimen escolar, las formas de control continuo y la acción de la formación permanente sobre la escuela, el correspondiente abandono de toda investigación en el seno de la Universidad, la introducción de la empresa en todos los niveles de escolaridad. En el régimen hospitalario, la nueva medicina “sin médicos ni enfermos” que localiza enfermos potenciales y grupos de riesgo, y que en absoluto indica un progreso de la individuación como a menudo se dice, sino que sustituye el cuerpo individual o numérico por una materia “dividual” cifrada que es preciso controlar. En el régimen empresarial, los nuevos modos de tratar el dinero, de tratar los productos, de tratar a los hombres que ya no pasan por la antigua forma de la fábrica.
Una de las cuestiones más importantes es la inadaptación de los sindicatos a esta situación: ligados históricamente a la lucha contra las disciplinas y a los centros de encierro.

viernes, 3 de junio de 2011